Diariamente
estamos reforzando valores en los
ambientes de aprendizaje y siempre
se repite a los niños lo que deben o no
hacer, la forma de comportarse, que
hacer o que decir ante diversas circunstancias, no obstante, debemos
recordar que la primera escuela que tienen los niños es el hogar, la familia la que enseña los valores y principios
que forman la personalidad de los pequeños, por lo cual, el trabajo de los
educadores es fortalecer lo que traen de casa y ayudar a que éstos prevalezcan
en el tiempo.
Por lo antes expuesto, es importante
que se usen estrategias que permitan a
los estudiantes establecer el conjunto de valores que rigen su vida, que los ayude a clasificarlos y tener clara
su personalidad, por tanto propongo una idea sencilla, divertida, dinámica e
interesante que pueden aplicarla con su grupo de estudiantes para abordar este tema, lo cual es el credo,
que consiste en un conjunto de
creencias, doctrinas, normas que cada persona, incluso cada organización
debería tener, se puede hacer de manera individual o grupal, incluso pudiese
usarse para establecer las normas de convivencia. Por ejemplo, el Credo de Aquiles Nazoa, escritor,
el credo de Reinaldo Armas, cantante, el
credo de la iglesia católica, y así muchos más.
A continuación, me tomo el
atrevimiento de compartir con ustedes mi credo personal:
Comenzaré el relato sobre mis
creencias con la primera frase de la canción de nuestro querido cantautor Reinaldo Armas “creo en Dios Padre creador
del universo, en el hijo y en el Espíritu Santo…! Sí, creo en Dios como creador del mundo, del
ser y de todo aquello que está a nuestro alrededor, que hizo Él para nosotros.
Creo en la vida como símbolo de esperanza y como prueba
de la generosidad de Dios y un ejemplo
claro para mí es que me dio la dicha de
ser madre y tía.
Creo también en el amor, el amor de madre a quien le
debo la vida, lo que soy, la fortaleza, el optimismo y el deseo de ser cada día
mejor persona; en el amor de familia, el amor de pareja, el amor entre amigos.
Creo en la amistad verdadera y en
que es posible que exista entre un hombre y una mujer.
Creo en el respeto como la base de
todas las relaciones humanas e interacciones entre el hombre y los demás elementos de la naturaleza.
Creo en que cada persona es única,
irrepetible, incomparable y valiosa, por
tanto merece ser querida y aceptada como es.
Creo también en la buena voluntad de
muchas personas por su sencillez, humildad y generosidad en sus actos.
Creo en un futuro mejor para el mundo lleno de comprensión, paz,
libertad y libre de tanta maldad y contaminación.
Creo en el poder de la palabra que
alimenta y acerca, pero a veces también daña y aparta.
Creo en el poder de la oración que alivia quebrantos,
aleja tristezas, fortalece el espíritu, cura enfermedades y aleja la maldad.
Creo en el perdón dado y recibido como símbolo de
reconciliación entre hermanos ofendidos y humillados.
Creo en el poder curativo de las plantas, frutas y
algunos animales, pues es la función que Dios les dio en la tierra.
Y en la inteligencia, la autoestima, la
motivación, la creatividad y la originalidad
como elementos únicos dentro del ser para alcanzar la felicidad.
Además, creo en el trabajo en equipo como medio para
debatir, compartir opiniones e ideas para tomar decisiones importantes que nos
ayuden a crecer, a enriquecer el conocimiento, a madurar y fortalecer nuestras habilidades y virtudes
a través de lindas experiencias.
Creo en que el
conocimiento y el orden pueden salvarnos de la monotonía, de la ignorancia, la locura y la
desesperación.
Creo sin duda alguna en mi profesión como educadora,
como la más valiosa de todas y forjadora
del futuro.
Creo en los sueños y abstracciones porque son medios
para imaginar y luchar por cosas mejores.
Creo en mí y en ti pues de alguna manera Dios nos
acercó e hizo posible nuestro contacto porque somos capaces de volar alto para alcanzar nuestros sueños.
También creo en la muerte como parte de la vida y cuyo
proceso es el descanso del mundo material para pasar a una dimensión
desconocida pero inevitable e interesante a su vez.
Por último, creo en que No “hay que ver para creer”,
sino más bien “creer para ver”; porque si creo en Dios, lo veré en todo aquello
y todo aquel que esté junto a mí.
Bendiciones!!!!!!
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